viernes, 29 de octubre de 2010

Haikus

El viento en la mañana
Ulula y abre mi ventana
Despertándome

El viento hace pensar
El viento y las hojas secas
Mi ser y mi estar sin causa

El viento viene
De las cavernas de Eolo
Y dice cosas que hacen perderse a quien las escucha

Viento

Otoño. Los árboles se dedican a desnudarse, y el viento flaco y largo parece enloquecer dando vueltas y rugiendo por las calles. Los caballos del viento… Las gacelas del viento…Viento y más viento este día otoñal que suena a ramas cimbreándose, alabeándose, tronchándose. Cierra los ojos y escucha al viento. Su voz penetra por el entrecejo, por el tercer ojo, y algo revela. El viento me fusila, me perturba, me mata. Alguien tose en la calle. Una mujer fuma heroína. Las sirenas cantan. El Otoño recoge trapos y arranca follajes. El Otoño…

Recuerdo del Olvido

Olvido
Olvido que no olvida la memoria
Sobre tu cuerpo lácteo
Bajo tu salvaje furia de amazona
Cabalgando un semental plateado
te imagino en una Noche profundamente azul
Olvido
Olvido que no olvida la memoria
Me acabo de acordar que tengo que olvidarte
Aunque contigo he compartido azorados aislamientos
No olvidabas las flores que veíamos crecer al borde de los caminos
Las describías en las Noches de espanto, cuando la pesadilla
me hacía temblar, cuando mi estar sin causa en el Mundo
me hacía temer una Nada postrera, terrible, oscura
Olvido
Olvido que no olvida la memoria
El viento largo y frío nos silba en el oído dando vueltas
Las hojas caen junto con el recuerdo de tus besos
El Otoño cubre tu desnudez con el suave serojo
Pero no puedo seguir
Me he acordado que tengo que olvidarte

De ángeles y dioses

Los ángeles de la niñez, junto a los cuales
cagaba en la ribera, oyendo el río, picado por los mosquitos
Oh blanca rosa de lino
Los lobos de mis pesadillas, flacos, llagados, famélicos,
mataron a los ángeles
Me quedé solo en una playa dorada, buscando
caracolas
Los dioses de mi adolescencia
Dioses horrendos, leprosos, espantables
Dioses que hacen que pase lo que ellos quieren,
y no lo que yo quiero
Mi albedrío suena como las hojas de los árboles
agitadas por el viento
Y me he matado con más ganas bajo el amparo de las deidades,
que me libraron de la Muerte no sé por qué, no sé para qué
Mis ojos se han llenado de estrellas
El Dios muerto de la adultez
La Angustia, la desesperación,
y la resignación finalmente, posando
la frente en la eternidad de una piedra
Porque la Eternidad es una piedra
en la que nos lavamos para curarnos de las heridas del camino
El ángel viejo y desesperanzado, áptero,
de la vejez
El Crepúsculo recorre las playas
Y un Crepúsculo es la vida, desde el primer llanto
cuya causa sospechamos
La criatura que engendra la Muerte
La roca de la Eternidad

jueves, 28 de octubre de 2010

Esquina sórdida

Es la Beatitud lo que esperamos,
encallados en una playa atroz del Universo espantable
La ilusión tiene la forma de la rosa
Hasta que pasa el Tiempo y le da la forma de un muerto
Es la Beatitud lo que esperamos
Con los ojos rotos de tanto aguardar
Con el salvaje tigre de la Angustia
Con el pez que se convierte en polvo
Con un farol de día buscamos al hombre y a Dios
Y sólo nos topamos con criaturas extrañas
Dios es un arquetipo
El hombre es un arquetipo
Proteo se derrite entre mis manos
El orín de un cordero se desliza por mi espalda
La Nada florece
Es la Beatitud lo que esperamos,
con miedo a que no exista
Los pájaros se esparcen por el Cielo blancuzco
Las flores gimen en el huerto
De la Nada he venido y a la Nada volveré
Nada fecunda, opima, feraz
En ella he de terminar, tendido
de bruces, pegando gritos,
diciendo “Esto no puede ser así”
El venado del miedo y de la claridad
El cisne de la Belleza
El pelícano de la agonía

miércoles, 27 de octubre de 2010

Haikus

Cruzaré el río
Y al llegar a la otra orilla
Habré cruzado innumerables ríos

Contemplación del estanque
Un golpe de viento
Hojas secas caen al agua

No hay dioses
Sólo existe la Nada
Viento de Otoño

Dos tormentos

El tormento de Prometeo consiste en que unos buitres devoren las entrañas del titán para que éstas luego se regeneren y el castigo vuelva a empezar. El tormento del poeta es parecido. El poeta está atado a un peñón y los buitres le devoran el cerebro. Éste desaparece y luego vuelve a aparecer. Es devorado y se regenera y vuelve a ser devorado. El cerebro es lastimado por la poesía. Mi cerebro ha sido casi destruido por ella.